viernes, 20 de febrero de 2009

Lectio Interruptus

Bueno, ya sabeis todos que en esta vida que nos ha tocado vivir, el tiempo es un bien preciado. Por lo que actividades placenteras, como la lectura (en que pensabais ¡pájaros!), se ven relegadas a espacios de tiempo mínimos y controlados.
En mi caso concreto, mis momentos de lectura se limitan al tiempo que circulo en ese magnífico transporte público con el que contamos en la capital del reino, lo cual bien mirado no está nada mal, pues es más de hora y media al día. Pero lo malo es que estás supeditado a un tiempo límite, cuando llegas a tu parada, tienes que cerrar, y salir.
Y eso a veces es realmente molesto, pues muchas veces, la maldita parada, coincide con un momento decisivo del libro, uno de esos momentos que el autor usa para engancharte, para darte suspense, o emoción, es decir momentos por los cuales estás leyendo, y sin los cuales, pues no leerías, sino que emplearías ese tiempo en otra cosa más productiva como contar los coches rojos con los que te cruzas, o ver cuanta gente lleva gafas de sol en el metro. A mi personalmente estas desagradables coincidencias me llevan a:
Saltarme la parada.
Bajarme y sentarme en el banco de la estación a terminar el dichoso capítulo.
Andar mientras leo, con la consiguiente molestia de los que chocan conmigo.
¿Sería una causa justificada hacer saltar el freno de emergencia en un caso así?

Bueno, espero que la lectura de mis tontunas, no os lleve nunca a una situación de este tipo.

Saludos!

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